
23 Ene Calabaza de otoño
Las calabazas son uno de los símbolos del otoño. Pero debemos saber que el mundo de las calabazas es muy, muy amplio, hay calabazas casi todas las estaciones del año, y de todas las formas, tamaños y colores.
Originariamente se cultivaron en Asia meridional. Los hebreos y los egipcios también la cultivaban, y estos primeros son los que la introdujeron en Europa.
Botánicamente pertenecen a la familia de las Cucurbitáceas, al igual que otras hortalizas, como los calabacines y los pepinos, y al igual que algunas frutas, como los melones y las sandías.
Las flores son vistosas, grandes y solitarias, y la planta es ligera y trepadora, pero firme, y ocupa su espacio cómodamente, controlando el crecimiento de las malas hierbas. Por lo tanto sus frutos, las calabazas, son consistentes a nivel nutricional y energéticas, pero al mismo tiempo ligeras, y esta ligereza nos ayuda a no retener líquidos y hacer limpio de posibles parásitos en el sistema digestivo.
Gracias a esta capacidad diurética de las calabazas, hace más de 100 años que se utilizan para reducir la inflamación de la próstata.
Su piel endurecida puede llegar a conservar la pulpa interior muy bien todo un año. Esta piel antiguamente tenía muchos usos, sobre todo culinarios: se hacían vajillas completas, una vez vaciadas.
La pulpa naranja de las calabazas nos indica que está llena de los pigmentos naranjas llamados betacarotenos, que dan al alimento propiedades antioxidantes, es decir, neutraliza los radicales libres y evita que dañen las células. Estos betacarotenos también tienen la propiedad que se pueden convertir en vitamina A en el cuerpo, y mejoran la vista.
Además, las calabazas nos aportan mucha agua con fibra mucilaginosa, vitamina C, potasio y selenio.
Os daréis cuenta que pertenecen al mismo grupo que los calabacines, ya que al pelarlas os quedan las manos viscosas, esto es debido a su composición mucilaginosa.
Estos mucílagos viscosos son los que confieren a la calabaza la propiedad de mejorarnos la piel y las mucosas, tanto del tubo digestivo (indicado en casos de acidez, gastritis, estreñimiento) como del sistema respiratorio (ayudan a sacar mocos de los pulmones , bronquios y garganta y, si se toma regularmente, incluso mejoran el asma bronquial). Al ser un alimento que ayuda a sacar parásitos del cuerpo, es muy útil en invierno, cuando el cuerpo tiende a estar más bajo de defensas.
Se ha demostrado ampliamente que las calabazas disminuyen la incidencia de cáncer gástrico, de mama, de colon y de próstata.
En los casos de diabetes, gracias a su composición, la calabaza puede ayudar a controlar mejor los niveles de glucosa y es beneficiosa para el páncreas.
Tendremos también en cuenta las SEMILLAS tanto como el alimento en sí, ya que son un alimento muy beneficioso.
Antiguamente se cultivaban por sus semillas, no por el fruto propiamente ya que era un poco áspero, pero a medida que fueron apareciendo variedades con más pulpa y más dulces, la pulpa se fue utilizando cada vez más.
Las semillas son muy nutritivas y energéticas, y son ricas en ácidos grasos omega 3, vitamina E, B, selenio y zinc. Y concretamente las vitaminas B3 y B6 que contienen nos ayudan a no estar tan nerviosos y dormir mejor.
Las semillas al igual que la pulpa aligera algunas complicaciones y enfermedades derivadas de la diabetes, y aún es más útil que la pulpa en eliminar parásitos intestinales y aliviar los síntomas del asma bronquial gracias al contenido en omega 3, ya que además actúa de antiinflamatorio.
El aceite de semillas de calabaza reduce la tensión arterial.
Es un alimentos muy versátil para usar en la cocina, se puede usar tanto en platos dulces como en salados, aprovecha el otoño y el invierno para disfrutar de sus beneficios!