22 Feb Endulcémonos la vida, pero no con azúcar (Sacarosa)
- Lo que conocemos comúnmente como azúcar de mesa es un disacárido (glúcido) químicamente formado por moléculas de sacarosa (la sacarosa es glucosa y fructosa enlazadas) y es de lo que hablaremos hoy.
Aparte de esto, también llamamos azúcares a los glúcidos que encontramos en algunos alimentos como la fructosa (en las frutas), la lactosa (en la leche), la glucosa (en la uva, la miel y en la sangre), el almidón (en los cereales, tubérculos, calabaza, castañas) y la maltosa (azúcar de malta). Estos otros azúcares forman parte de los alimentos, no es lo mismo comer la sacarosa sola, que comerla de la caña o de la remolacha directamente. Pero si los refinan y los añaden refinados a otros alimentos, tienen el mismo efecto que la sacarosa que ahora nos ocupa.
El nombre «glúcido» engloba todos los derivados de la glucosa y proviene del nombre griego «glykys», que significa dulce.
- El origen del consumo de azúcar es muy antiguo, se consumía en la India por su dulzura, masticando la caña de azúcar y, posteriormente, se fue extendiendo el cultivo en Nueva Guinea, Occidente, Asia y Oriente Medio.
Los inicios de la obtención del azúcar de la caña (Saccharum officinarum) se remontan a China, se utilizaban unos molinos rotatorios de piedra.
Durante siglos, el azúcar fue un secreto de Oriente. Los europeos lo descubrieron en el siglo XI y extendieron el cultivo de la caña en climas tropicales, siendo el Caribe uno de los lugares en que más se cultivaba, para poder exportar a Europa.
El precio del azúcar era altísimo entre los siglos XI y XVIII.
A partir del Siglo XVIII se empezó a cultivar en Europa la remolacha azucarera (Beta vulgaris, especie resistente al frío) y luego este cultivo se extendió en EEUU y en Rusia. Desde entonces, el consumo de azúcar aumentó vertiginosamente.
La remolacha azucarera no es como la que estamos acostumbrados a comer ahora, de color rojo, sino que es mucho más grande y de color blanco, puede llegar a hacer 1 o 2 kg, y normalmente no se consume sola, sino que sólo se cultiva para sacar el azúcar refinado (sacarosa).
El azúcar no existe en la naturaleza en estado puro. El azúcar es un cristal sin vida, es inerte. Cuando consumimos azúcar sólo obtenemos energía, pero no vida. Precisamente todo el proceso de extracción y cristalización se hizo para poder exportarlo sin problemas, evitando que fermentara.
- El cultivo de la caña de azúcar y de la remolacha azucarera no se parece en nada y cada una de estas plantas crece en climas muy diferentes: la caña de azúcar se cultiva en climas tropicales y la remolacha azucarera en climas más templados y fríos. El proceso de extracción en las primeras fases también es diferente, no así las últimas fases del proceso. El producto que obtenemos es, sin embargo, muy igual: el azúcar blanco refinado, purificado y cristalizado en estado mineral ha perdido su vitalidad, ya que en el proceso de extracción se pierden vitaminas, minerales, oligoelementos, fibra y enzimas, todos aquellos nutrientes que tenía originalmente y que podían contribuir a la asimilación del azúcar en el cuerpo.
Para que el cuerpo pueda asimilar todos los alimentos refinados y procesados debe hacer un proceso y un desgaste extra, ya que no los reconoce como alimento. En el caso del azúcar, al haberse eliminado todos los nutrientes, nuestro cuerpo debe sacar estos nutrientes de él mismo para asimilarlos, con las consecuencias que esto puede tener: déficit de vitaminas del grupo B (muy importantes para al sistema nervioso), desmineralización y descalcificación de los huesos, y desvitalización en general.
El azúcar integral no está tan refinado pero tiene los mismos inconvenientes que el refinado blanco, aunque conserva algún nutriente más.
Como ya hemos visto, el azúcar, aparte de la dulzura no aporta nada más en nuestro cuerpo, sino que más bien nos resta salud: en un principio nos proporciona euforia, ya que aumenta el nivel de glucosa en la sangre, sin embargo, una vez pasa el efecto inicial, el cuerpo nos pide azúcar de nuevo, y mientras va produciendo insulina para manejar todo esto, haciendo que el páncreas, el hígado y los riñones tengan un exceso de trabajo y se congestionen con todas las consecuencias que esto tiene para el sistema cardiovascular, circulatorio e inmunológico. Aumenta así el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, obesidad, crecimiento y proliferación de hongos y bacterias no deseados en el tracto intestinal, cánceres de esófago, de intestino delgado, de colon y de pecho.
- Como endulzarnos de manera natura
Si el cuerpo pide dulzura, podemos darle opciones más saludables, tal y como nos las ofrece la naturaleza, y que aportan más beneficios a la salud, tales como alimentos ya dulces, por ejemplo zanahorias, calabaza, castañas, cereales integrales, fruta y miel.
Puntualmente, si queremos hacer alguna receta dulce podemos usar estos alimentos, pero algo evitar su consumo diario, ya que muchos de ellos también tienen un contenido de fructosa muy elevado. Son los siguientes:
– Azúcar de coco no refinado: se obtiene de las sabias de la flor de la palmera de coco, calentándose las para eliminar el agua. Crece en climas subtropicales.
– Jarabe de arce: es savia de arce, crece mayoritariamente en Canadá.
– Panela o azúcar de rapadura: no es refinado, ni cristalizado, es como una harina y se obtiene de la caña de azúcar, que sólo crece en climas tropicales.
– La miel cruda: hasta que no apareció el azúcar, el único edulcorante que había era la miel. En contraposición al azúcar, la miel contiene vida, ya que es un alimento que también tiene enzimas, vitaminas y sustancias activas que provienen tanto de la flor como de la abeja.
– Estevia: planta con unas hojas muy dulces, originariamente el cultivo proviene de América, y se ha extendido a muchos países, nuestro incluido.
– Concentrado de manzana: es un zumo de manzana concentrado.
– Jarabe de agave: se obtiene por evaporación del jugo del agave, cultivada en climas semi desérticos, mayoritariamente en México.
Todo estos endulzantes tienen vitaminas y minerales, en comparación con los azúcares refinados, pero aún así tienen altos contenidos de azúcares, y hay que usarlos y consumirlos con moderación. También debemos tener en cuenta que muchos de ellos vienen de lejos, por tanto, para preservar el planeta y favorecer la sostenibilidad, recomendamos el uso de los que se cultivan más cerca de su casa.
Los edulcorantes sintéticos endulzan aún más los alimentos y son menos calóricos, pero tienen otros efectos secundarios, sobre todo relacionados con el sistema intestinal, las alergias, las tiroides y el sistema nervioso.
Estos son algunos de los edulcorantes sintéticos que se encuentran en muchos alimentos y deben evitarse: E-420 Sorbitol, E-421 Manitol, E-422 Glicerol, E-950 Acesulfamo K, E-951 Aspartamo, E-952 Ciclamato, E-953 Isomaltosa, E-954 Sacarina, E-955 Sucralosa, E-957 taumatina, E-958 glicirricina, E-959 Neohesperidina, E-960 esteviósido, E-961 neotamo, E-962 Sal de Aspartamo, E-963 tagatosa, E-965i Maltitol, E-965ii Jarabe de Maltitol, E-966 Lactilol, E-967 Xilitol, E-968 Eritritol, E-969 Advantam, E-1200 polidextrosa.
Si os acostumbráis a mirar las etiquetas de lo que coméis, os daréis cuenta de que ingerís muchos más azúcares y sucedáneos de los que os imagináis.