23 Ene ¿Hablamos del aceite de palma?
Antes de nada, sabes que es el aceite de palma? Es un aceite vegetal que se extrae de la pulpa de la fruta roja de las palmeras de aceite con el nombre botánico de Elaeis guineensis. El cultivo proviene originariamente de África Occidental, concretamente de Guinea, de ahí su nombre botánico; de África se extendió a América (Colombia y Ecuador) y de allí, a Asia, que actualmente es el productor principal.
El aceite en crudo virgen extra tiene un color rojizo y es rico en carotenos, vitamina A, siete tipos de vitamina E, ácidos grasos saturados e insaturados en un 50%. Por lo tanto, tiene un efecto antioxidante para el organismo. Es bueno para la salud, como el aceite de coco crudo extra. Se utiliza en países como Brasil, África y Indonesia para cocinar, ya que es muy estable a altas temperaturas.
Para obtener el aceite crudo virgen extra el rendimiento de extracción es del 30%, el del aceite refinado es del 70%, por lo que es mucho más barato el refinado.
En Europa casi sólo nos llega el aceite de palma refinado, que se utiliza en la industria alimentaria, y casi no tiene nada que ver con el aceite virgen extra.
En el proceso de refinación, los aceites se extraen de las plantas a altas temperaturas y, en el proceso, van perdiendo el color, el olor, los carotenos, vitaminas …, y las grasas insaturadas presentes en el aceite virgen se van saturando convirtiéndolas en ácidos grasos trans (que son grasas modificadas y no de la fuente natural, por lo que el cuerpo no los reconoce y nutricionalmente no son muy provechosos). Obtenemos así un aceite casi sin nutrientes, pero muy útil para los alimentos procesados, ya que por su gran contenido de grasas saturadas da un textura densa, mayor solidez a temperatura ambiente y alarga el tiempo de vida de los alimentos, que tardan más en oxidar- se.
Por contrapartida, el coste medioambiental del macro cultivo de esta palmera de aceite destinado a obtener aceite refinado está acabando con el gran pulmón del planeta: los árboles de las selvas tropicales, que absorben el CO2. Para crecer, esta palmera de aceite necesita mucho espacio y clima tropical, y para cultivarla han destruido miles y miles de hectáreas de selva tropical, que afectan a la vez la fauna y las poblaciones indígenas de las selvas. Los cultivos no ecológicos, además, dañan mucho los suelos con los fertilizantes.
Este aceite refinado tan usado es perjudicial para el sistema circulatorio y el coronario, aumenta el colesterol malo y también se le han atribuido efectos cancerígenos.
Además, inhibe los síntomas de saciedad y así provoca una necesidad de comer más.
El aceite refinado de palma es la grasa más consumida del planeta. Hace 80 años la producción de este aceite era muy minoritaria, y actualmente se producen unos 58 millones de toneladas, la mayor parte en Indonesia y Malasia.
A veces no es fácil identificar el aceite de palma en los productos procesados, ya que se pueden esconder bajo nombres que no parecen tan sospechosos.
Si aún no lo haces, empieza a tomar conciencia de lo que ingieres: lee las etiquetas de los alimentos.
A partir de este año, la nueva normativa de etiquetas de alimentos europea obliga a identificar el origen del aceite vegetal utilizado en un producto. A menudo será aceite de palma, aceite de palmiste, ácido palmítico, manteca de palma, oleína de palma o el nombre botánico Elaeis guineensis. Y en los etiquetados antiguos, casi todos los aceites vegetales se refieren al aceite de palma.
Te sorprenderá la cantidad de alimentos elaborados en que el encontrarás: bollería industrial, pan industrial, cremas, margarinas, galletas, sopas, patatas fritas, chips, productos fritos, helados, tanto productos elaborados convencionales como los procesados calificados de «naturales».
Para cuidar el planeta, mantener buenos niveles de colesterol y tener una buena salud coronaria, un buen consejo es eliminar de la dieta los alimentos procesados con aceite de palma refinado y, si tomas, que sea un consumo muy mínimo y de cultivo responsable y sustentable.